JUAN Y LAS MINAS
Un día como cualquiera en mis vacaciones quise ir de compras, para hacerlo, necesariamente tenía que pasar cerca del Palacio Legislativo. Eso me preocupaba un poco por las anunciadas manifestaciones y protestas, pero no me detuvo en mis intenciones, así que en compañía de un familiar tomé ese rumbo. Un tranque nos detuvo varios minutos por lo que decidimos hacer el resto del recorrido a pie.
A un costado de la Asamblea, grupos de indígenas y personas ambientalistas gritaban consignas. Nos llamó la atención, pues se trataba de indígenas que generalmente no protestan en esa forma. Es más, no protestan, son callados. Eran Ngäbe Buble con su indumentaria típica que tanto llama la atención al nacional y al turista.
El día avanzaba y el calor no se soportaba. Decidimos tomar cerca un refresco antes de proseguir. Al entrar a una tienda cercana. Un muchacho triste y sediento esperaba a su padre que traía en sus manos algunos refrescos. Nosotros compramos los nuestros y los bebimos muy despacio. El muchacho no paraba de mirar el dulce que traía en mis manos por eso se lo di. Su madre lo miró, luego a mí y se sonrió. Así empezó nuestra conversación. Pude enterarme que vivía en la comarca. Vino a la capital con sus padres a protestar, pues ellos no estaban de acuerdo con lo que quieren hacer en sus tierras. Su nombre es Juan y no fue a la escuela el año pasado. Quiere hacerlo éste año. Su papá dice que lo enviará, pero teme al igual que su señora que les arrebaten lo que sienten de ellos, su tierra. Viven de la agricultura y manifiestan que no se les ha tomado en cuenta a la hora de tomar decisiones, pues son ellos los que viven allí. Les dijeron que las reformas al Código Minero se hacen para inversiones en otra provincia, mas no hay nada que asegure que luego de un tiempo no abrirán minas en sus tierras. Dicen que les afectarán y no les traerá ningún beneficio. En esas tierras vivieron sus padres y sus abuelos. Vivían de lo que daba la madre tierra. Muy poco se ha hecho por ellos. Los zapatos rotos que calzaba JUAN en sus pequeños pies eran la mejor evidencia.
Reímos un rato conversando y yo seguí mi camino e hice mis compras. Al llegar a casa me puse a investigar lo que se ha hecho en otros lares. Minas, contaminación ambiental de los suelos, aguas subterráneas y el impacto en los seres humanos. Las evidencias negativas de otros países me impactaron y aún no borro de mi mente qué será de JUAN, de su familia y las minas.
MARIA MERCEDES STOUTE APARICIO
AUTORA
*ARTÍCULO PUBLICADO EN EL DIARIO EL PANAMÁ AMÉRICA
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