Julio Stoute
Cuando en el pasado un hombre de campo estrechaba la mano de otro en los linderos de una finca, seguro estaban cerrando un trato, un trato verbal, un trato de caballeros. Un trato en el que la palabra de cada uno pesaba más que cualquier papel. Estaba en juego la honorabilidad de la persona.
Ha pasado el tiempo y aún se llevan a cabo este tipo de compromisos verbales en los que se da “La palabra de Honor”. No es de extrañar entre el hombre de campo. Palabra que da, palabra que cumple. Las enseñanzas de los valores en ese sentido son claras. La responsabilidad va de la mano con el compromiso. No hay lugar a equivocaciones.
Los valores que se aprenden desde niño, tienen mucho que ver. Valoramos lo que se cumple, lo que nos han transmitido nuestros progenitores y lo que hemos aprendido en el transcurso de nuestras vidas, de modo que nuestras acciones son el producto del carácter que hemos forjado a través de los años.
Hoy, muchas son las actitudes que denotan nuestra personalidad. Todo lo que somos es lo que hacemos y viceversa. ¿Acaso se puede confiar en quien no cumple con lo que dice o dice lo que no cumple?
Con tristeza vemos como una y otra vez en diferentes lugares y momentos se dan estas faltas en donde no se respeta la palabra dada. Lamentablemente, son los más vulnerables quienes recogen el ejemplo y lo hacen parte de sus personalidades. De allí que muchas veces nos preguntamos de dónde viene el famoso “Juega Vivo” del panameño. Corregir conductas erróneas debe ser un derrotero para todos. Y siempre debemos tener presente que cada vez que damos un ejemplo, este será absorbido por los más jóvenes quienes se fijan en nuestras actitudes para imitarlas.
Analicemos bien los últimos sucesos en el país y pongamos lo correcto en el fiel de la balanza. Las futuras generaciones son las que toman el ejemplo.
2 comentarios:
La palabra dada y luego cumplida es la mejor muestra de nuestra valía.
SIEMPRE LO HE DICHO Y PIENSO ASI...
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