HACIA UN NUEVO CÓDIGO SOCIAL

Cuando en el pasado un hombre de campo estrechaba la mano de otro en los linderos de una finca, seguro estaban cerrando un trato, un trato verbal, un trato de caballeros. Un trato en el que la palabra de cada uno pesaba más que cualquier papel. Estaba en juego la honorabilidad de la persona.

Ha pasado el tiempo y aún se llevan a cabo este tipo de compromisos verbales en los que se da “La palabra de Honor”. No es de extrañar entre el hombre de campo. Palabra que da, palabra que cumple. Las enseñanzas de los valores en ese sentido son claras. La responsabilidad va de la mano con el compromiso. No hay lugar a equivocaciones, mucho menos a tergiversaciones.

La enseñanza que nos dan desde niños tiene mucho que ver. Valoramos lo que se cumple, lo que nos han transmitido nuestros progenitores y lo que hemos aprendido en el transcurso de nuestras vidas, de modo que nuestras acciones son el producto del carácter que hemos forjado a través de los años.

Hoy, muchas son las actitudes que denotan nuestra personalidad. Todo lo que somos es lo que hacemos y viceversa. ¿Acaso se puede confiar en quien no cumple con lo que dice o dice lo que no cumple?, pues no, desfortunadamente abunda el doble discurso, la doble moral y el engaño.

Con tristeza vemos como una y otra vez en diferentes lugares y momentos se dan estas faltas en donde no se respeta la palabra dada. Lamentablemente, son los más vulnerables quienes recogen el ejemplo y lo hacen parte de sus personalidades y me causa hilaridad cuando esas mismas personas dicen que quieren hacer un mundo mejor, libre de violencia y engaño, cuando ellos mismos no practican lo que pretenden profesar. De allí que muchas veces nos preguntamos de dónde viene el famoso “Juega Vivo”, teniéndolo frente a nuestras narices.

Es una disonancia cognitiva pretender justificar lo que a claras luces sabemos que no es correcto.

¿Qué moral tenemos para cuestionar a cualquiera cuando nosotros somos iguales o peores que ellos? Y es que todavía no hemos aprendido la lección. "LA SOCIEDAD CAMBIA EN LA MEDIDA QUE CAMBIEMOS NOSOTROS, PORQUE SOMOS LA SOCIEDAD"

Construir Representaciones Sociales potables y prístinas debe ser un norte. Corregir conductas erróneas debe ser un derrotero para todos. Y siempre debemos tener presente que cada vez que damos un ejemplo, este será absorbido por los más jóvenes quienes se fijan en nuestras actitudes para imitarlas.

Analicemos bien los sucesos en cualquier país, familia o relación y nos daremos cuenta de lo que realmente existe.

Y claro que debemos estar en comunión con el universo y los planos existenciales, pero muchos humanos lo que menos les importa es la comunión con nada ni con nadie, excepto con sus propios intereses.

Analizando un poco la historia de algunos pueblos, vemos que después del 45 dos pueblos diametralmente opuestos en costumbres e idiosincrasia después de quedar totalmente devastados resurgieron nuevamente y hoy por hoy son dos de las grandes potencias (Alemania y Japón), eso jamás hubiera podido darse sin mutuo apoyo de sus habitantes, sin trabajo constante y sin alto sentido de responsabilidad. Ahora bien, tampoco digo que son el NON PLUS ULTRA de la civilización, pero dieron el ejemplo que no hemos podido dar otros pueblos por el bendito egoísmo, falta de fe, intereses creados y una larga lista de falencias. 

Hoy se habla de un nuevo Código para la civilización donde los cambios que emergen en la sociedad, se dice, traerán cambios en los "credos", en la "moralidad" en el terreno de los llamados valores de la civilización  que intentan regir el comportamiento cotidiano. La especie humana, "de pináculo del proceso evolutivo" a "diseñadores" de la evolución ..de familias "nucleares" a familias "múltiples", del control de los medios, a "medios sin control"... Todo ello plantea un desafío social, económico y político... Sería muy interesante conocer la opinión al respecto del Dr. Serge Moscovici, psicólogo francés nacido en Rumania y padre de la Teoría de las Representaciones Sociales a quien tantas veces leí y estudié durante mi permanencia en la Universidad Especializada de las Américas.

Yo no me opongo a romper paradigmas, pero sea como fuere, considero peligroso para la sociedad cierto tipo de cambios que indudablemente trastocarían el valor del ser humano y de sus actos.