Por mucho tiempo nuestro país había sufrido con el problema del transporte. En los años 70 se hizo un intento fallido por arreglar parte del monumental problema. Y es que el mismo, por tener implícito varios factores externos e internos de todo tipo, resultaba muy difícil de encausar. La ciudad fue creciendo y con ella, las necesidades del usuario de a pie que día a día requerían de un transporte digno para trasladarse de un lugar a otro. La mala planificación urbanística se hizo evidente. Habían sectores que poco a poco incrementaban su densidad poblacional y el transporte colectivo no se daba abasto ocasionando la saturación de las unidades, los problemas de todo tipo y finalmente los fatales accidentes de tránsito producto de irresponsabilidad tanto del sector transporte como del gubernamental que no tomó a tiempo las decisiones pertinentes.
Un fatídico accidente en el área de La Cresta en el que murieron 18 personas calcinadas dentro de un autobus, marcó el hito necesario para colmar la paciencia de la opinión pública y luego otro violento choque frontal con numero plural de muertos.
Los estudios de los estudios de los estudios, estaban estudiados de hacía varios años (la redundancia es a propósito) y bajo éste gobierno se realizó el último de ellos que dio origen al sistema actual del Metrobus (una concesión-monopolio) y digo monopolio porque a la vez que es concesión, está subsidiada y es única; siendo así, sus ganancias están aseguradas por el gobierno; pero el calvario no acaba ahí, para que entraran a funcionar los nuevos autobuses, era necesario sacar a los viejos "diablo rojos", tomándose en consideración que habría que indemnizarlos a razón de 25,000 dólares cada uno en rutas normales y 75,000 los llamados ruta de corredor.
De inmediato, ciertos señores frotaron sus manos con los ojos desorbitados, casi saliéndose de sus cuencas, sus torcidas mentes soñaban darle el "hachazo" mayúsculo al erario. Todo lo planearon muy bien.
La empresa Mi bus, concesionaria, por su parte trajo menos unidades que las retiradas de circulación y no tenían listas todas las paradas ni rutas necesarias. Aquello fue traumático, todo un caos... a puño y patada las personas abordaban las unidades para llegar a sus trabajos a tiempo y al regresar igual. Mi bus, le ganó el puesto a los mejores "cuenta cuentos" del patio, pero nadie le creyó ante la avasalladora realidad vivida. Otros que comenzaron a narrar historias del más allá, fueron los de la empresa que recargaba tarjetas para pagar el pasaje en los buses.
Y que no me digan que no, porque ambas empresas fueron irresponsables. SONDA, la concesionaria de las recargas de tarjetas para pagar el pasaje, fue sancionada.
El ICEBERG, solo asomaba su punta, la parte espesa del chicheme estaba debajo y se destapó públicamente hace dos días con las declaraciones televisadas de un abogado quien presentó sendas querellas contra los que de manera dolosa cobraron indemnizaciones de "diablos rojos" de ruta normal que les correspondía 25,000 dólares por 75,000 dólares, falseando la información, haciéndolos pasar por rutas de corredor, cuando no lo eran y esquilmando de ésta forma 50,000 dólares al erario público (peculado) por cada unidad y fueron cientos de ellas. Lo mejor del maíz, es que quienes estaban encargados de verificar las documentaciones y remitirlas a todo el proceso de pago, jamás dijeron nada. ¿Qué cosa más sospechosa?
La irregularidad es clara, porque en la lista de indemnización para rutas de corredor hay más unidades que las existentes cuando se inició el proceso. Muchísimas más. ¿De dónde salieron?
Veremos ahora en qué termina todo en el país del "NO PASA NADA".
Julio A. Stoute
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