Perspectiva
de la narrativa
Las
realidades de miseria, opresión, ignorancia e injusticia en manos de éste
novelista fueron materia prima; barro con el que moldeó grandes obras. El
misticismo, las costumbres y el arraigo a la tierra también jugaron un papel
importante porque hay interrelación entre estas y aquellas.
Con
esta cantera temática GARCÍA MÁRQUEZ
pone a funcionar todo su aparato narrativo, así vemos que construye una serie
de fenómenos, acontecimientos y personajes tras un velo muchas veces insólito,
donde el lector no es dueño de las posibilidades que ofrecen las hipótesis. Hay
líneas lógicas y otras no.
Se
siente el peso de cada hecho, de cada personaje y no se hace esperar la
atmósfera de suspenso con hechos que nos dejan en la incertidumbre sin llegar a
concretarse.
Que
quede claro, no fue el único, eso lo veremos y si hay algo cierto es que esta
forma de escribir transformó desde los 60 la perspectiva y cotidianidad de las
tendencias casi inalterables hacia el clasicismo, porque dislocó esa pureza del
lenguaje, el refinamiento y discursos grandilocuentes semi académicos que no
llegaban a un amplio sustrato de lectores. Con GARCÍA MÁRQUEZ ya no más, ahora todos podían leerle. Desde el hombre
culto y estudiado hasta el neófito. Y se sentían identificados en cierta forma
con un lenguaje del pueblo para el pueblo. Simple, llano y eficaz en su
propósito, porque tomó elementos propios y arraigados en la población, dándoles
su enfoque entre realidad y fantasía.
Eso
fue lo que en 1944 Enrique Diez vaticinó con mucho acierto, el sorprendente
despunte en la narrativa contemporánea. Había llegado con pie de plomo el REALISMO MÁGICO.
Si
existe una novela que empezó a romper paradigmas en el ámbito colombiano, quizá
haya que atribuírsela a JORGE ZALAMEA
con EL GRAN BURUNDÚN BURUNDÁ HA MUERTO,
porque a pesar de utilizar una terminología un poco ostentosa penetra en
realidades míticas y tiene un toque fino y mordaz. Claro que Zalamea es un
conocedor de la psiquis humana y eso le dio ventaja a la hora de escribir la
obra.
Nos
referimos a EL GRAN BURUNDÚN BURUNDÁ,
porque hizo su aparición en 1952, el mismo año en que EL GABO atraído por la leyenda costeña de “La marquesita”, una
“Gran Mamá” que quiso vivir más de 200 años, publicó “LOS FUNERALES DE LA MAMA GRANDE” de corte costumbrista que penetra
precisamente en lo mítico, tanto es así que la mera existencia de personajes,
dependía de las creencias del pueblo, de su mentalidad.
Todos
los estudios, análisis y ensayos, apuntan a un tema recurrente en GARCÍA MÁRQUEZ: La muerte, el eterno
problema existencial y es claro que en sus obras lo aborda de forma magistral y
agrego que con una curiosa e inigualable “costeñización” del arte narrativo.
La
mente del GABO era un laberinto muy
complejo que iba embriagando paso a paso y erigiendo prototipos de alcance
universal. ¡ESA ES LA MAGIA!
Después
de LA HOJARASCA, cuando el novelista
se sumerge en un mundo mítico, fantástico y cotidiano, surge Macondo, una
extraordinaria y bien lograda interpretación de la realidad Latinoamericana.
Algunos
autores afirman que lo publicado entre 1947 y 1952 fueron la antesala a la
coronación con 100 AÑOS DE SOLEDAD, quizá
sea cierto, lo que no podemos negar
es que esta es su obra cumbre; también se alega que la naturaleza de su arte se
observa enteramente en su obra periodística, pero no tengo constancia de ello,
puesto que ha sido muy descuidada.
De
su creatividad en la narrativa
Todo
el poder creativo de su deslumbrante narrativa se palpan en “LA INCREIBLE HISTORIA DE LA CÁNDIDA
ERÉNDIRA Y DE SU ABUELA DESALMADA” (1972), pero no solo ahí, sino en casi
todos sus cuentos y novelas.
No
hay duda, el escritor colombiano tenía una gran capacidad para “atrapar” al
público lector, por eso cuando la academia sueca dio a conocer el fallo otorgándole el nobel
en el 82 por las características trascendentales de su obra al fusionar lo
fantástico y lo real, un gran aporte literario, muchos ya lo sospechaban.
Y es
que al aproximarnos a su arte y ver todos esos elementos del folclor
convertidos en símbolos del tiempo como en el cuento infinito del gallo capón,
el diálogo de los espejos y los sueños recurrentes de JOSÉ AURELIANO BUENDÍA, constatamos
que son un verdadero “delicatesen” para el lector de Cien años de Soledad.
Y
qué decir de cuando alterna personajes literarios como Rubén Darío en EL OTOÑO DEL PATRIARCA con personajes
ficticios o el uso del nombre de sus amigos para darle mayor credibilidad a los
acontecimientos prodigiosos, solo puedo pensar en otro grande de las letras: El
nobel sin nobel, JORGE LUIS BORGES,
porque las narraciones del escritor argentino también se caracterizan por la
sublimación del arte de narrar. Ese era otro maestro a la hora de poner al
lector en el filo de la butaca, con la expectativa en las pupilas y el
consabido suspenso en la punta de las pestañas, solo que GARCÍA MÁRQUEZ lleva su discurso narrativo más allá de los límites
de la literatura, como en Macondo cuando nos ubica en una encrucijada del
lenguaje: El sánscrito, la lengua de las predicciones y el español.
Ahora
bien, leer a BORGES, es sentir que
quiere salirse de su piel y penetrar en el espacio del mito. En mi humilde
opinión, siempre mereció el nobel. Si Beethoven fue asombro componiendo sordo,
Borges hizo lo propio aún después de quedarse ciego.
Realidad
y fantasía, REALISMO FANTÁSTICO.
CARLOS FUENTES, VARGAS LLOSA y GARCÍA MÁRQUEZ, tres grandes narradores, tres grandes
representantes de esta corriente, inspirados por signos y angustias de la
cultura contemporánea.
Bueno,
cada autor transforma en conciencia su labor artística para mantenerse vigente.
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